La crisis sanitaria producida por la Covid- 19 ha puesto de relieve otras crisis estructurales previas existentes en nuestra sociedad: las desigualdades sociales, la crisis del sistema económico, la necesidad de poner las vidas en el centro, el individualismo… Entre ellas, desde el punto de vista de la salud mental, cobra especial relevancia este último aspecto; la tendencia hacia el individualismo.
En esta sociedad, en la cual los valores individuales se anteponen a los sociales, y en la que hay poca conciencia sobre la importancia de la comunidad en el bienestar psicológico de los sujetos, nos hemos visto abocados a un aislamiento social con graves consecuencias para la salud mental.
Desde el punto de vista de la psicología, resulta necesario poner en valor la relevancia de la socialización y de las redes sociales de apoyo como pieza fundamental en el bienestar psicológico de las personas.
Durante la pandemia hemos visto que mientras el uso de las redes sociales ha aumentado de manera considerable (entre el 37 y 55% según diferentes estudios), el sentimiento de soledad ha calado de manera profunda en la sociedad, y especialmente en los colectivos más vulnerables: ancian@s, personas inmigradas y/o en dificultad social, etc.
Esto nos lleva a pensar que la manera de relacionarnos mediante redes sociales es un arma de doble filo. ¿Cómo es posible que, habiendo aumentado el uso de las redes sociales, el sentimiento de soledad haya aumentado al mismo tiempo?
Al relacionarnos mediante redes sociales nos estamos relacionando a través de una pantalla, y aunque sea otro modo más de comunicación, es como un espejismo, ya que en cierta manera nos relacionamos, pero seguimos estando sol@s en casa. Esto sigue fomentando el individualismo, ya que “sacia” en cierta manera la necesidad de contacto, pero las redes sociales no pueden sustituir el contacto cara cara.
¿Las redes sociales nos sirven para comunicarnos y relacionarnos, pero de qué manera? Dejamos a un lado partes muy importantes de la comunicación, como el contacto físico y la comunicación no verbal. Como seres humanos necesitamos el calor de la otra persona; necesitamos el contacto, los abrazos, las caricias, los besos y todo lo que tiene que ver con la comunicación no verbal (gestos, miradas, la voz, etc.).
Para dar respuesta al sentimiento de soledad y al espejismo que traen consigo las redes sociales, tanto desde la psicología clínica como desde la psicología educativa, vemos la necesidad de reconstruir las formas en las que nos relacionamos y tomar consciencia de ellas.
En la situación sanitaria actual, debemos tomar consciencia de que cuidar únicamente la salud física de las personas no es cuidar de las personas. No debemos obviar la importancia de cuidar nuestra salud mental, y esto pasa necesariamente por mantener y construir relaciones de calidad con las personas que nos rodean. Necesitamos construir formas de relación que garanticen el sentimiento de pertenencia al grupo y a la comunidad, y que garanticen la presencia de redes de apoyo en los momentos en los que nos sentimos vulnerables.
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