Hemos acabado con una de las vulneraciones de derechos sufridas durante décadas por las personas presas vascas y sus familias: el fin de la política de alejamiento. Han sido 35 años en los cuales ha habido mucho sufrimiento, mucha represión, y aunque quede trabajo por hacer, avanzamos y seguiremos avanzando hasta traer a todas y a todos a sus casas.
Finalmente, se ha puesto fin a una de las violaciones de derechos sufridas por los presos vascos y sus familias a lo largo de décadas: el fin de la política de alejamiento.
En estos 35 años ha habido mucho sufrimiento, mucha represión, sobre todo contra los familiares de los presos, pero también ha habido muchos ejemplos de solidaridad. La política de alejamiento se llevó a cabo en el intento de aislar a los presos de la sociedad vasca, y estos presos han tenido una visita semanal a sus familiares y amigos, que lamentablemente ha tenido un coste humano de 16 vidas perdidas en las carreteras, más de cuatrocientos accidentes, gasto económico, físico y psíquico,… pero la política de alejamiento, 35 años después, ha terminado.
En primer lugar, es importante poner en valor los pasos dados a lo largo de estos tres años; el fin del primer grado, las aproximaciones posteriores, la repatriación, ahora, estar en este momento a la puerta del final del alejamiento, ver que algunos presos, poco a poco y con muchos obstáculos, están consiguiendo el camino hacia casa…, nos hacen ver lo dicho, que están dando pasos importantes. Y es verdad que los avances que se han producido hasta ahora son fruto de los consensos y acuerdos parlamentarios, pero también, sin duda, de la activación social.
Pero al mismo tiempo vemos que, por parte de algunos, todavía hay interés por entorpecer cualquier intento de solución. Hay sectores que no quieren cambiar la situación, que intentan decir que nada ha cambiado, que se empeñan en decir que ETA está viva, que tienen mucho interés en perpetuar la confrontación y el sufrimiento.
La política penitenciaria excepcional, es decir, el alejamiento, la suma de las penas o la imposición de largas penas de casi toda la vida, las barreras para el acceso al tercer grado o a la obtención de permisos o las dificultades para volver a casa de los gravemente enfermos, tienen una clara intención de obstaculizar los pasos que se están dando en este país a favor de la convivencia y la paz. Tenemos que seguir movilizándonos, activando a la sociedad, y hacerle ver que todavía tenemos muchos elementos que solucionar, y que eso exige, en esencia, una sociedad activa que requiere soluciones.
Por eso es importante movilizarse, extender la reivindicación de la vuelta a casa de presos, refugiados y deportados vascos. Y, sin duda, seguiremos aquí. No nos detendremos hasta que el último preso, fugitivo y deportado permanezca en su casa.
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